Saltarse la dieta conlleva dos consecuencias negativas.

   Una, la menos importante, es que esa semana  la pérdida de peso se va a ralentizar. Más o menos, dependiendo del tipo de alimentos consumidos y de su cantidad. Pero esto, sin ser bueno, no tiene mayor importancia. Ya hemos comentado que la velocidad de la pérdida no es, ni de lejos, lo que va a condicionar el éxito del tratamiento.

   Algunos de nuestros pacientes nos comentan que prefieren ir un poco más despacio pero poder, por ejemplo, comer la paella familiar de los domingos. No es una opción que nos entusiasme pero tampoco la vemos mal. Posiblemente no verse sometido cada domingo a la presión de los familiares para que se ponga un poco de arroz en el plato compense sobradamente los efectos negativos de consumir hidratos. No, eso no es grave.

 

 

 

    

   El problema realmente importante es otro: la repercusión que este "extra" en la alimentación va a tener sobre nuestro estado de ánimo. 

   A quien no haya hecho nunca dieta posiblemente le cueste entenderlo. Pero lo cierto es que el hecho de saltarse la dieta suele tener un efecto devastador sobre el estado de ánimo. Todo el optimismo acumulado en las semanas precedentes mientras se ha ido perdiendo peso se viene abajo. Y sin un buen estado de ánimo hacer dieta es simplemente imposible.

   Cuando se encuentre en esta circunstancia (porque es seguro que, antes o después, ocurrirá), por favor, procure mantener la calma, Lo que ha ocurrido no es en absoluto grave. Lo grave es lo que puede ocurrir si no gestionamos bien la situación.

   Vamos a ver en qué consiste esa gestión:

     - No hace falta realizar ningún tipo de dieta más exigente para "compensar". Si, de todas formas, desea hacerlo, puede realizar una dieta de proteínas durante las 24 h siguientes al extra. Le ayudará a normalizar los niveles de insulina en sangre y a que reaparezca más rápidamente la acetona. Pero no es obligatorio ni mucho menos.

      - No ceder a la tentación de saltarse la visita de esa semana. Parece muy razonable hacerlo ya que, "¿para qué ir a la consulta si total no habré perdido peso? Mejor dejarlo para la siguiente semana". En nuestra experiencia de muchos años la práctica totalidad de los abandonos son consecuencia directa de tomar esta decisión.

 

   Recuerde aquella estrofa de una popular ranchera: "que no hay que llegar primero, pero hay que saber llegar". Si uno tropieza pues se levanta, se sacude el polvo y sigue caminando, Y aquí no ha pasado nada.