Azúcar, harina blanca, patatas y arroz son los alimentos de alto IG más frecuentes en nuestra alimentación.

   Ya comentamos que son alimentos que, al ser consumidos, elevan mucho el nivel del azúcar en sangre, lo que provoca que el organismo segregue demasiada insulina, una hormona que tiene una enorme importancia en el control del peso corporal.

   Y también comentamos que este exceso de insulina va a "despistar" al lipostato, que dará instrucciones al cuerpo para que almacene grasa aunque las reservas sean más que suficientes.

   ¿Por qué ocurren todas estas anomalías tras consumir alimentos de alto IG? La respuesta es muy clara: nuestro organismo no está genéticamente preparado para nutrirse a base de este tipo de alimentos. Los alimentos de alto IG son, en la práctica totalidad de los casos, manufacturados, o sea que hay que fabricarlos. No existen como tales en la naturaleza. Por este motivo nuestro organismo no está preparado para recibir una alimentación rica en este tipo de alimentos. Y si lo hacemos comienzan las complicaciones.

   Lamentablemente se consumen mucho. Cada vez más. Ésta y no otra es la causa de la imparable epidemia de sobrepeso y obesidad que nos azota.

RESUMEN DEL PROCESO (simplificado):

1. Consumimos un alimento de alto I.G.

2. De inmediato el nivel de azúcar en sangre sube.

3. El organismo responde a ese aumento de la glucemia segregando insulina.

4. La insulina induce a nuestro cuerpo a generar y acumular grasa, aunque nuestras reservas de grasa sean suficientes o incluso excesivas.