Tal vez le haya sorprendido que permitamos en nuestra dieta alimentos habitualmente considerados como poco saludables por su contenido en grasas saturadas, como es el caso de los embutidos.

   Para empezar debe quedar claro que nosotros también consideramos este tipo de alimentos como poco saludables. Por eso en nuestros primeros años de ejercicio profesional los eliminábamos en nuestras dietas, al igual que la mayoría de nuestros colegas.

   Pero enseguida nos dimos cuenta de que había un problema: si restringíamos demasiado la variedad de alimentos de la dieta el índice de fracasos aumentaba de manera espectacular. Era preciso hacer un replanteamiento.

   Y lo hicimos. Valorando pros y contras decidimos incluir estos alimentos en nuestros tratamientos durante la fase de pérdida de peso. Y, vistos los resultados obtenidos, hemos mantenido la misma pauta durante los últimos treinta años.

 

   Pero hay que hacer dos observaciones importantes:

      1.- La permisividad en el consumo de estos alimentos cambia en cuanto llegamos al mantenimiento. A partir de ese momento modificamos las pautas de alimentación y nos ajustamos a la que consideramos la manera más saludable de comer: la dieta mediterránea.

      A veces nos preguntan: "¿Y si tan saludable es la dieta mediterránea, por qué no la emplean durante la pérdida de peso?". La respuesta es sencilla: resulta muy difícil perder peso siguiendo esa dieta. Funciona muy bien para el mantenimiento, pero muy mal durante la fase de pérdida.

 

      2.- Hay un grupo de personas con la que hemos de ser menos permisivos en el consumo de este tipo de alimentos: aquellos que tienen sus niveles de colesterol sanguíneo elevados. En estos casos cambian las pautas, tal como explicamos a continuación.

 

 

  

                   CAMBIOS EN LA DIETA A SEGUIR POR PERSONAS CON EL COLESTEROL ELEVADO

   Si tiene usted problemas con su colesterol convendrá que tenga cuidado con algunos alimentos, a pesar de que estén permitidos en la dieta. En la práctica estos alimentos son:

      - Carnes grasas: cerdo y cordero, sobre todo. También deberá evitar la piel del pollo. El tocino deberá suprimirse completamente. Como sin duda ya sabe las carnes blancas (pavo y pollo) son más recomendables que las rojas.

      - Embutidos, excepto los elaborados con pavo y pollo

      - Yema de huevo.  Vale la pena que haga sus tortillas y revueltos con una sola yema y añadiendo una o dos claras adicionales.

 

   Otros alimentos a evitar, pero de menor importancia práctica, son:

      - Lácteos no desnatados, aunque dado que se trata de alimentos muy poco recomendables durante la dieta no le van a suponer  un problema.

      - Algunos mariscos, como son las ostras, mejillones y camarones. Se trata de alimentos de consumo poco habitual y por lo tanto de poca importancia práctica

      - Vísceras: hígado, sesos, etc. Se trata también de alimentos de consumo muy poco habitual.

 

   No olvide que el pescado, aunque sea graso, como es el caso del salmón o las sardinas, no resulta perjudicial para su colesterol, sino todo lo contrario. En su caso la mejor fuente de proteínas durante la dieta va a ser el pescado junto con las carnes blancas (pollo y pavo)

   Tampoco debe preocuparle el consumo de grasa de origen vegetal (aceite de oliva, aguacate).

 

   Estas son normas generales. Su médico o dietista le indicará si en su caso concreto han de modificarse.